24 de junio de 2011

- De príncipes va la cosa.

Porque hay cosas que no se pueden explicar, o simplemente no puedes expresarlas con palabras. O puede que sepas expresarlas pero no quieras, porque simplemente, la realidad te duele. Y es que sin más, no te gusta. No quieres, o no puedes evitarlo. Lo intentas, pero te das cuenta de que es inútil. Quieres abandonar, lo intentas. De nuevo lo vuelves a intentar. No sirve de nada. Este es el destino, tu destino. Vuestro destino. Y si no se puede, pues no se puede. Y puede que a veces pienses que las cosas podrían ser diferentes, de otra forma, como a ti te gustaría. Puede que si fueran así no sería tan malo como los demás se piensas. Todos tenemos derecho a ser felices. Y si ella es feliz, él es feliz y ellos son felices; pues, me conformo. Porque sé que junto a mi nunca va a ser feliz, porque no soy como él quisiera que yo fuera. Y si tengo que sufrir, pues sufro. No hay otra forma, porque no puedo, no puedo aunque quiera. Es mi destino.  Asqueroso y odioso destino. Y puede que lo pase mal. Bueno; puede no, seguro que lo paso mal. Pero no puedo evitarlo, no puedo. Y esperaré hasta que otra persona se cruce en mi camino, y me haga olvidar. Porque yo creo en los príncipes azules, creo. Y sobre todo, confío en que el mío aparezca pronto. El verdadero. El de verdad, uno que me valore. Uno que me quiera tal como soy. Uno que me cuide. Uno al que le importe. Alguien de verdad. Alguien perfecto. Con corazón. De esos príncipes que no se cansan de repetir: ''Te quiero''. De los que no se avergüenzan de ti. De los que les da igual como o que seas. De esas personas que si no son perfectas, rozan la perfección. De esas personas que cuando les miras los ojos, no te das cuenta de lo que te dicen. De esas personas que cuando no escuchas lo que dicen, te da corte pedirles que te lo repitan. De esas personas por las que darías la vida. Simplemente, un príncipe sacado de un cuento. Con un pequeño detalle, que forme parte de mi vida.

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